La ordenación del territorio configura el medio ambiente de los ayuntamientos y las ciudades, afectando al uso de la energía, el clima y la movilidad. La integración de estos factores hace que la planificación espacial sea una poderosa herramienta para crear áreas urbanas resilientes y ecológicas.
La ordenación del territorio se refiere a los esfuerzos colectivos tanto del sector público como del privado para influir en la distribución de las personas y de las actividades dentro del espacio de su municipio o región. Los planes territoriales tienen como objetivo desarrollar una ordenación territorial eficaz de los usos del suelo y de la demanda económica protegiendo el medio ambiente y logrando objetivos sociales.
La integración de los planes de energía, clima y movilidad en la planificación del espacio local y regional permite la complementariedad y la coherencia de las actuaciones, donde los objetivos de cada plan serían compartidos y considerados en todos los demás.
A nivel mundial, la integración de las consideraciones climáticas y energéticas en la planificación del territorio es cada vez más vital. Muchas regiones reconocen la necesidad de estrategias espaciales sostenibles para combatir el cambio climático y la transición a las energías renovables. No obstante, muchas veces las autoridades locales carecen de una comprensión del papel de la planificación territorial para abordar el cambio climático y las herramientas existentes no se utilizan adecuadamente.
La investigación en el campo está en desarrollo, siendo un ejemplo destacado el proyecto LIFE IN-PLAN . El proyecto tiene como objetivo ayudar a las autoridades locales y regionales en la integración de estos planes en la ordenación territorial mediante el desarrollo de un programa de creación de capacidades y la práctica IN-PLAN, una guía sobre cómo integrar aun más los aspectos de mitigación y adaptación climáticas en los procesos de ordenación del territorio, etc.
La ordenación del territorio, para hacerse eficaz como instrumento para abordar los retos del cambio climático en las ciudades y regiones europeas, requiere un enfoque integrado que tenga en cuenta los efectos secundarios y los compromisos entre los objetivos de energía, clima y movilidad.
Hay varias formas en las que la planificación territorial puede contribuir a la protección del clima:
- Facilitar sistemas de transporte sostenibles.
- Abogar por un desarrollo urbano compacto.
- Fomentar construcciones e infraestructuras eficientes energéticamente.
- Salvaguardar los hábitats naturales.
La integración de los planes de energía, movilidad y clima en la planificación territorial no solo es esencial, sino que también ofrece una multitud de beneficios para las ciudades y regiones que luchan por la sostenibilidad y la resiliencia ante los retos del cambio climático.
Este enfoque integrado ayuda a optimizar el uso de los recursos, reducir las emisiones de GEI, mejorar la habitabilidad y la inclusión social y promover la prosperidad económica. La planificación espacial integrada requiere una visión a largo plazo y el compromiso de diversos actores para repensar nuestros espacios y la forma de vivir de las ciudades.